teoría crítica de abajo & a la izquierda | Análisis de cuatro ensayos por Yásnaya Aguilar
Con Antijuras & Carlos Arroyo
ANTIJURAS: Bienvenidas a todo el mundo a esta sesión, este seminario del taller. Al seminario de "Teoría Crítica de Abajo & a la Izquierda".
Hoy tenemos un conglomerado, un grupo, un cúmulo de teoría, de conocimiento, de categorías interesantes. Vamos a hablar de una persona que queremos mucho en el taller... y que admiramos mucho.
Sus textos nos parecen de mucha claridad y mucha luz para entender problemas que vivimos; y para hacerle frente a todo este sistema que nos tiene pues – ahorcándonos. Y esta persona es Yásnaya Elena Aguilar Gil.
Tomé la biografía de la filmoteca de la UNAM, que dice:
“Yásnaya Aguilar es una escritora, lingüista, traductora, investigadora y activista originaria de Ayutla Mixe, Oaxaca. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánica, así como la Maestría en Lingüística en la Universidad Nacional Autónoma de México. Su trabajo se encuentra fuertemente enfocado a proyectos sobre divulgación y estudio de diversidad lingüística y lenguas originarias en riesgo de desaparición en México, es muy destacable su participación en proyectos en el desarrollo de contenidos gramaticales para materiales educativos en lenguas indígenas.
Ha colaborado en publicaciones como Letras Libres, Nexos, El País, Este País, Gatopardo – entre otros.
Es parte del colectivo COLMIX, una agrupación que realiza actividades de investigación, y difusión de la cultura mixe, colabora con la biblioteca de investigación Juan Córdoba en Oaxaca y escribe el blog #Ayuujk.”
Y pues, nos tiene huérfanos y huérfanos en Twitter desde hace unos meses.
Y, ahora si quieres presentarte, Carlos.
CARLOS: Sí, bueno, me parece muy chido estar aquí para hablar del trabajo de Yásnaya Aguilar, a quien también respeto mucho. Me parece que es una obra importante. Yo soy Carlos Arroyo, trabajo haciendo investigación de procesos de autonomía indígena en el centro de México, sobre todo en el estado de Querétaro. Y, pues eso. ¿Tú te vas a presentar?
ANTIJURAS: Pues, digamos que soy Antijuras. Formo parte del taller ahuehuete y soy cajero; me gusta mucho leer para entender qué es lo que está pasando en el mundo.
Comencemos con lo interesante. ¿Te parece bien empezar a discutir "Nosotros sin México"?
CARLOS: Sí, me parece perfecto.
En esta sesión tres compartiremos tres textos de Yásnaya Aguilar, que son "Nosotros sin México", publicado en nexos en mayo de 2018; "La validación como captura", publicado en el país en abril de 2020; "Lo lingüístico es político", publicado en tierradentro en 2014 y, bueno, serían cuatro textos si tomamos en cuenta este último: "Que ningún Dios recuerde tu nombre", publicado en El País en 2020.
Nosotros Sin México
CARLOS: En "Nosotros sin México", que es el primer texto, me pareció que lo más importante es la crítica a la comparación en las estructuras del Estado-Nación; en este texto, Yásnaya habla de un intercambio que tuvo con el periodista chileno... no, más bien mapuche: Pedro Cayuqueo.
Cayuqueo le pregunta a Yásnaya sobre el eslogan del EZLN: "nunca más un México sin nosotros”; lo que dice es que le sorprende el eslogan, porque justamente lo que quiere el movimiento Mapuche en [el territorio conocido como] Chile no es la inclusión en el estado-nación chileno, sino la autonomía, la separación.
A partir de ese intercambio, Yásnaya propone quizás transformar el eslogan "Nunca Más Un México Sin Nosotros" por el slogan "Nosotros Sin México", que significaría para ella trascender la estructura del estado-nación, al transformar formas de organización que vayan más allá. No sólo de la incorporación al estado-nación mexicano, sino que ella pide que las naciones indígenas se piensen no como Estados-Nación sino como algo más.
Quizás para llegar a lo que ella llama ya no ser «indígenas», sino ser simplemente, en su caso, «Mixes».
¿No sé qué piensas tú de ese texto?
ANTIJURAS: Sí, me parece que es el primer texto con el que conocí a Yásnaya. Y lo escuché a través del seminario que se realizó en el «CIDECI UNI-Tierra», en Chiapas.
Y ahí ella lo comparte, este ensayo. Y en ese momento me explotó la cabeza.
Fue entender que realmente hay otras formas de pensar, y que rebasar la idea de la relación con el Estado, y reconocer que se puede pensar fuera del estado. Pensar que se puede, no necesariamente conciliar la dinámica «con el Estado o contra el Estado», sino incluso «sin el Estado».
Y me llamó mucho, además, con la afinidad que tengo por el pensamiento anarquista. También se me hizo muy interesante pensar en estas otras formas de acercarse al tema del Estado, y que no son las canónicas dentro del movimiento libertario.
Entonces, esta dinámica de hacer una lectura histórica, para después llegar a la conclusión de que la construcción de la nación mejicana es una ficción. Pero una ficción no ingenua, sino una ficción que oprime, y que niega, y que devasta.
Me resultó muy potente como herramienta para contemplar el sistema de opresión, principalmente el racismo que se vive en México. Pero también para otras latitudes, en mi caso, que no me encuentro México. Como migrante me doy cuenta que esas opresiones se pueden comprender con una escala diferente, con diferentes niveles de violencia. Pero se pueden, a su vez, entender como esta construcción histórica de un estado-nación frente a todo lo otro, que no forma parte del discurso oficial de lo que es este Estado.
Y un estado-nación, que además, hace agua en su propio discurso. Y que para mí, es otra de las cosas importantes de este ensayo, que muestra cómo desde el propio discurso oficial hace agua la idea del estado como nación desde la narración histórica. Y terminas dándote cuenta de que hay algo que está faltando, que no termina de cuajar: esta idea del estado-nación, del «México».
CARLOS: Sí, lo que hace ahí – me parece una crítica muy importante – y es lo que han dicho ya varios teóricos también. Yásnaya critica la idea fundamental del Estado-Nación. Nos dice que es inoperable. Esto lo dice ella, y también lo ha escrito Mahmood Mamdani, quien escribe que el estado no es equivalente a una nación. Y en el caso de México, la ficción de la nación, que se construyó a partir de ese estado, borra al resto de las naciones que viven dentro del mismo territorio. Entonces, el Estado, que se constituye como un aparato que «protege» a una nación, en realidad es un aparato que está oprimiendo a las naciones que no están reconocidas dentro del Estado-Nación.
ANTIJURAS: Sí. Sí, creo que son conceptos interesantes. Para empezar, su conceptualización de nación: no la equipara a la nación como la entendemos actualmente como nación-estado. Sino, a esta mezcla, digamos – este concepto- más antropológico de «nación».
Este concepto está constituido por:
una lengua,
un pueblo,
una cultura,
una historia común.
Y no tanto esta amalgama del Estado-Nación, que son muchas culturas y pueblos que tenían como destino convertirse en una sola cosa homogénea, que es el proyecto del país como el Estado-Nación.
CARLOS: Sí. Creo que hay una crítica, a partir de esas ideas, hay una crítica importante del multiculturalismo neoliberal. Y Yásnaya propone la idea del estado plurinacional como opuesta al multiculturalismo neoliberal. Que sería trascender la “validación” de las culturas, de los «indígenas» como «culturas», para empezar a pensarlos como naciones. Y al pensarse como naciones, tendríamos que trascender la figura del Estado.
ANTIJURAS: Para precisar [mi comentario anterior], Yásnaya entiende la nación como “lengua, territorio, y pasado en común”. En este caso, ella complejiza y comprende que -por ejemplo- en la Sierra de Oaxaca pueden convivir en la zona alta de la Sierra Mixe, Mixes y Zapotecos. Y son naciones distintas, que a la vez comparten territorio y pasado en común. Pero esto es reciente. Antes eran naciones en conflicto. Y creo que ésa es otra de las cosas bellas que escribe Yásnaya, que es el hecho de poder complejizar las discusiones. Salir de las simplificación, es decir:
en lugar de “«México» es un «estado-nación», somos una nación y tenemos que llevar a todo el mundo hacia un espacio mejor. Hacia una realidad diferente”; y en realidad, decir: “sí, toda la gente que quedó comprendida dentro del territorio del Estado Mexicano merece llegar a un status de vida mejor, y tener una vida digna. Pero… no somos una nación”.
Y se puede confrontar esto. Y admitir que «no es tan simple», pues hay cosas allí detrás, que hay que problematizar. Y que llevan a que después todas las personas que luchan, y que intentan hacer frente al capital, al Estado, etc. tengan problemas entre sí, porque no se han problematizado ciertos aspectos que subyacen a las luchas; pero, que no salen [a la luz], y que no conllevan un trabajo entre iguales, sino entre diferentes. Entenderse como iguales dentro de la diferencia, sin ocultar la diferencia como si fuéramos algo homogéneo. Y eso, forzosamente, nos llevará a tensiones y conflictos internos.
Que Ningún Dios Recuerde Tu Nombre
CARLOS: Tiene que ver con el hecho de que el proyecto nacional es colonial. Y pensando en lo que dices, en el "estira-y-afloja" y entre el derecho a la vida digna, y el borramiento de las diferentes naciones que viven en el territorio [conocido como México], podríamos pasar al ensayo que habla sobre el Tren Maya titulado "Que Ningún Dios Recuerde Tu Nombre", publicado en "El País" el año pasado (2020).
ANTIJURAS: Este texto es muy interesante porque nos recuerda que hay una tensión entre diferentes visiones respecto a cómo enfocar las luchas por la justicia para las comunidades y para los pueblos. Y en este caso, las naciones indígenas.
Entonces tenemos esta tensión, como mencionaste anteriormente. También se puede hablar de tensiones en muchos aspectos. En éste, en concreto, es: el esperar que el Estado pague su deuda –una deuda por los crímenes que ha cometido a lo largo de la historia contra diferentes pueblos, contra diferentes naciones. Y el hecho de ver que cuando el Estado muestra la intención de ayudar, o de resarcir su deuda, en realidad termina profundizando los problemas que se suponía quería ayudar a resolver.
Entonces, en este caso, es el ejemplo del Tren Maya, que supuestamente llega para una zona –llega bajo el pretexto de auxiliar a una zona– que ha sido olvidada por el Estado. Y recordando esto también, de que en algún momento, cuando inicia la guerrilla zapatista y la Guerra Contra el Olvido, y la materialización de estos más de 500 años de resistencia… etcétera, en Chiapas hay una puesta en público al decir: “el Estado y la nación mexicana se han olvidado de los indígenas. Por eso, pedimos tierra, trabajo, salud, justicia, democracia, etc.” Es decir, son demandas: decir que el Estado nos debe esto.
Pero la misma dinámica del Estado es la que lleva a diferentes pueblos y a diferentes naciones de diferentes pensamientos a darse cuenta de que quizás hay otra forma de obtener esto mismo sin la necesidad de pasar por el Estado.
Porque ahora el Estado –no sé cuántas décadas después de este levantamiento– ahora se le ocurre que es un ‘buen momento’ para ir a ‘llevar’ educación, justicia, democracia, desarrollo, trabajo, vida digna, etcétera… a esta zona. Pero, la forma de hacerlo es una que no toma en cuenta las necesidades locales, sino las necesidades globales del capital.
La necesidad de la explotación de los recursos biológicos y genéticos de la zona, los minerales, la necesidad de transporte, del freno de las migraciones. Todo esto es bajo el pretexto de “ir a ayudar”. Y al final podemos decir: “bueno, sí. Es una solución que da trabajo, que mejora la calidad de vida de algunas personas” Pero las personas que son las afectadas directamente por estos proyectos tienen otra visión de esto. Tienen una noción histórica de lo que han representado estos proyectos. Y creo que va por ahí.
CARLOS: Me parece que tiene que ver con el estilo y la forma de la reparación.
En ese mismo texto Yásnaya dice que "podríamos hablar de una restitución de la desposesión de tierras" o "de una atribución de crímenes cometidos en el pasado" porque al mismo tiempo nos dice que la situación actual de los pueblos indígenas no es una cuestión de abandono, sino que tiene que ver con una situación de siglos de violencia estatal. Entonces, sí podría haber una reparación. Pero lo que nos dice allí es que una reparación toma una forma de abuso, y de sustitución de tierras. Y de la posibilidad de la invasión de tierras nuevamente, de desplazamientos...
Creo que hay una discusión de cómo el Estado podría reparar. Pero nos dice que justamente la forma que toma [esta “reparación” o forma de “absolver su abandono”] tiene que ver con la inclusión y con la conexión con el capital global. Y que no necesariamente es el camino más rápido hacia la reparación. O el mejor.
ANTIJURAS: Sí, eso nos lleva a pensar que en realidad el problema sigue siendo el hecho de no tratar a las naciones indígenas –y a los pueblos en general– como sujetos, sino como objetos. El hecho de que no sean personas con las que uno se pone de acuerdo para encontrar soluciones, sino personas a las cuales hay que “darles la solución” ya masticada y que encima, lo tienen que agradecer.
CARLOS: Imponer [la solución]. Sobre todo en el caso del Tren Maya – hablando de territorios tan extensos – tiene que ver con una cuestión de soberanía, de si reconociéramos lo que pide Yásnaya, en "Nosotros sin México", es el reconocimiento como naciones, o el nacimiento de un Estado Plurinacional. Eso vendría acompañado con la dotación de tierras, o el respeto de las tierras.
ANTIJURAS: Y considerando que ahora, en esta nueva etapa del capitalismo, va en aumento del despojo territorial: una profunda guerra del Estado contra los pueblos.
Los territorios contra los que se van [los representantes del aparato estatal y el capital], son territorios que antes se consideraban vacíos, que no había nada en ellos. Pero ahora el capital ve interés en ellos. Y el 80% de las “tierras vírgenes”, o de territorio que todavía no ha sido explotado está en zona indígena. Es decir, son los y las indígenas las que protegen el 80% de la biosfera. Lo demás está destruido, o ha sido utilizado por el capital. Entonces – tendría que hablarse con ellas. Se tendrá que consensuar con ellas, ¿cómo se participa en esta zona? Para ver cómo continuar protegiendo algo que es de todo el mundo.
CARLOS: Allí está el problema. En el hablar con ellos y ellas. Es éste, el elemento ficticio de las consultas [entabladas entre el Estado y las naciones indígenas].
La Validación Como Captura
Y creo que eso nos permitiría pasar al siguiente texto, que es "La Validación Como Captura". Y sobre esto que estás comentando, algo de lo que ya hemos hablado. Yásnaya trata tres temas: la ciencia, el feminismo y la poética para discutir el reconocimiento de los derechos de las naciones indígenas.
Si usamos la consulta como metáfora, lo que está haciendo el Estado Mexicano con las consultas amañadas es una validación cómo captura. Es decir, “yo te paso por este tamiz de mi consulta, que está hecha con gente que yo conozco, con quienes yo ya hablé, te valido, tú validas el proyecto”. Este Tren Maya se convierte en un reconocimiento y una reparación de los daños a las naciones indígenas.
ANTIJURAS: ¿Nos puedes hablar un poco de este ensayo?
CARLOS: Sí. La “Validación como Captura” es un ensayo muy interesante. Yásnaya, en este texto, lo que hace es hablar de la ciencia, el feminismo y la poética.
Y nos explica que estos tres temas pasan por un proceso parecido, que ella describe basado en el trabajo del biólogo César Carrillo. Este proceso es aquel de una validación que captura.
Yásnaya empieza por la ciencia: el choque o la apropiación entre la ciencia y otros sistemas de generación de conocimiento tienen una relación que se puede dividir en tres:
1. Desprecio;
2. Idealización y;
3. La validación.
Se refiere sobre todo al choque entre la ciencia y los sistemas de conocimiento medicinal.
Hablando sobre el desprecio: es el rechazo absoluto. Y de la idealización es la crítica de la ciencia occidental frente a la idealización del conocimiento mágico indígena. Y hablando de la validación, es la que se caracteriza por llamar “ciencia” al conocimiento medicinal indígena.
Lo que nos dice Yásnaya en el texto es que el conocimiento medicinal indígena no es ciencia. Y que está bien que no sea ciencia, porque la ciencia tiene una tradición específica, sigue un método específico. Y no es necesariamente igual al que dictamina la medicina indígena. Y,
"este reconocimiento tiene una idea implícita, que el conocimiento científico es superior por esencia, que reconocer como ciencia conocimientos generados en sistemas culturalmente diferentes es elevarlos de rango".
Y aplica la misma idea al feminismo y a la poética. En el caso del feminismo, habla de la lucha de Ayutla Mixe por el manantial.
Es un movimiento organizado por mujeres, y menciona que éste no es necesariamente feminismo. Y llamarlo “feminismo” es validarlo desde un canon que categoriza a base de los principios de los derechos humanos, y de una tradición feminista occidental que no necesariamente origina la historia del movimiento de las mujeres de Ayutla.
Citando a Yásnaya:
"eso sería partir de la suposición que para poder dialogar en igualdad es necesario comenzar desde el acto de nombrar. Si una parte tiene la capacidad para legitimar mediante una etiqueta proveniente de su propio sistema y proporcionar validez a la otra parte,”
es borrar al otro sistema.
Y el tercer ejemplo es el de la poética. Me parece muy interesante porque habla de la función poética del lenguaje basado en las teorías de Jakobson.
Y nos dice que,
“la función poética está presente en cualquier acto del habla”.
Ella describe un proceso en el cual – principalmente gobiernos – se han dado a la tarea de crear una literatura indígena.
Retoma el gobierno a rituales y otros actos poéticos indígenas, y los convierte en literatura cuando en sí estos actos sí son poéticos. Pero no son literatura.
Parafraseando a Yásnaya: “Nosotros estamos haciendo esto por otra razón, y que nos proporciones validez al asignar la etiqueta de “literatura” no nos sirve de nada”. Entonces, ella sigue hablando del colonialismo presente en el acto de nombrar, palpable a través de la validación.
Me parece un ensayo muy inteligente, que nos permite explicar todo lo demás. Si trasladamos esta idea a “Nosotros sin México”, lo que está pidiendo aquí Yásnaya es que el reconocimiento de la nación indígena no necesariamente debe ser sometido por el tamiz del Estado nacional mexicano. Que es otra cosa, que puede ser otra cosa. Y creo que es la idea más afilada, y la idea que más ha lastimado a algunos oídos. Y que es una idea que ha sido criticada en un ensayo que salió hace poco...
ANTIJURAS: Sí. Este es uno de mis ensayos favoritos de Yásnaya. Y creo que es muy útil la lógica que emplea para pasar del tema de la validación como la captura de la ciencia. Es una crítica al colonialismo epistémico. Y lo conduce a una crítica del “fuego amigo”.
Porque a final de cuentas, la lucha feminista no es – como dice cierto gobernante, “creada para legitimar el saqueo neoliberal” – sino que es más bien una lucha que busca la reparación y el respeto por los derechos de las mujeres dentro de [y contra] un sistema patriarcal.
Pero incluso este tipo de luchas tiene una genealogía, surge bajo cierto sistema de creencias, en cierta cultura, que es la “cultura occidental” –como lo llamamos ampliamente, y lo llama ella ampliamente.
La cultura occidental es una cultura que subordina a otras culturas, y que tiene poder. Y es algo que menciona en el ensayo “Nosotros sin México”. El hecho de que exista una diferencia entre indígenas: pueblos indígenas y lo otro, es que los indígenas no tienen nada en común excepto no haber formado un estado-nación. Y esto implica que no tienen un ejército, que no tienen el poder político-militar. Y quienes, por lo tanto, se ven privados del poder por carencia de presencia militar. Eso es algo muy potente.
En este caso, la cultura occidental forma parte del entretejido del poder con el ejército. Es el poder armado. Y, obviamente, no se puede equiparar el feminismo con el Estado, pues el feminismo es una lucha que muchas veces está en contra de las bases del Estado. Pero sí hay un diferente grado, y para no entrar más y no meterme en en camisa de 'once varas', porque no soy parte de las personas a las que les toca hablar, criticar, o justificar el tema del feminismo.
¡Escucha Anarquista!
Sí puedo, en cambio, hablar de la lucha anarquista, y de cómo el anarquismo ha sido también utilizado para validar otras luchas. Y aquí hay un ensayo1 muy interesante que se llama "¡Escucha Anarquista! Despensando el Anarquismo desde el Tercer Mundo" de Guadalupe Rivera donde hace una crítica muy interesante del anarquismo como validación. Y la validación como captura a su vez.
Se habla de toda esta tradición de lucha anarquista que constituye como un nacionalismo, en el que hay un relato también ficticio de los ‘padres’ del anarquismo. Y digo ficticio, porque hubo mujeres que formaron parte del pensamiento anarquista, y que fueron borradas de este relato. Y se quiere integrar toda la historia de la lucha al anarquismo; y sino, deslegitimar cualquier lucha que no tenga vínculo con el anarquismo.
Y propiamente habla de la lucha del zapatismo, no solamente del zapatismo de Chiapas, sino de todo el zapatismo actual en México. Pero propiamente se ve muy claramente contra el Ejército Zapatista de Liberación Nacional esta crítica de las y los anarquistas en decir “no lo son,” –y sobre todos LOS anarquistas– de declarar:
“los zapatistas no son anarquistas y por ende pues no es válida su lucha, porque tienen un ejército, tienen grados militares. Tener una organización que tiene ciertas jerarquías, en la que hay ciertos tipos de electoralismo… no cuadra con el modelo y el esquema mental del anarquismo”.
Es ésta una noción, según el autor Guadalupe Rivera, encontrada dentro del pensamiento machista, patriarcal y occidental [del anarquismo] que no cuadra con este esquema [y niega la validez del EZLN].
Me parece que la crítica de Yásnaya a la validación, esta crítica de decir “la validación se usa como captura” es muy útil también en los movimientos libertarios, y en los movimientos de emancipación; y en aquellos de lucha contra la dominación, porque nos permiten ver que tenemos esta tendencia de ejercer la dominación incluso en nuestros campos de lucha.
CARLOS: Partiendo de "La Validación Como Captura", me gustaría hablar el trabajo de Elizabeth Povinelli, y de su libro del 2002 "Lo engañoso del reconocimiento". Me parece que las ideas que Yásnaya ha expuesto en este texto, y en otros, están muy alineadas con una crítica global al multiculturalismo que tiene 20 años; pero que, quizá, como no es tan conocida en México, y como Yásnaya no escribe [mucho] en inglés, no se le da el lugar que se le tendría que dar. Porque esto que escribió Povinelli hace 20 años – y estoy seguro casi que Yásnaya hace referencia al trabajo de Povinelli – cuando habla de los errores del multiculturalismo neoliberal.
Lo que hace Povinelli en "Lo engañoso del reconocimiento" es hablar de una serie de juicios que ocurrieron en Australia en los años 90 para otorgar el reconocimiento de título de 'propiedad nativa' a los pueblos indígenas australianos. Y Povinelli dice que, a partir de estos dos juicios, hubo una discusión nacional sobre si el colonialismo australiano había ocurrido en el pasado, o si seguía ocurriendo.
Fue una discusión sobre quién era el responsable de los crímenes contra los pueblos indígenas: ¿el Estado colonial, a principios del siglo XX, o las instituciones que existen en el presente?
Y nos dice que a partir de la declaración pública del reconocimiento, se construye una ficción, donde afirmar que los 'crímenes pasados están en el pasado y ya no ocurren'. (Y, asignar una reparación, basada en el supuesto de la herida, la vergüenza, etc., son exhibiciones del dolor [experimentado por] de personas reales.)
El Estado, hace una una especie de 'lavarse las manos', se absolve. Y entonces cualquier crimen que ocurra a partir de hoy ya no es colonial. Y ya no está mal. O ya no es culpa de las mismas personas que empezaron la empresa colonial hace 100 años, o más años. Es un libro muy inteligente, y simplemente quería mencionarlo. Porque me parece que, cuando Povinelli habla de "lo engañoso del reconocimiento", se acerca mucho a lo que Yásnaya llama 'la validación cómo captura'.
Podemos hablar justo, a partir de lo que decíamos del Tren Maya, de lo que dice en "Que Ningún Dios Recuerde tu Nombre", lo que dice de un 'proceso' en el que 'el intento' de 'reparación', en el caso del Tren Maya, es un caso de la reinvención de la explotación y el despojo. Y que llamarlo "reparación" es un acto verbal que nuevamente niega la conexión de los sucesos actuales con los crímenes del pasado, finge que los crímenes del pasado están en el pasado y ya no ocurren. Exonera al Estado actual, a la 4T, al indigenismo de la "cuarta transformación" de cualquier proceso violento colonial que ocasione desplazamiento o destrucción... y creo que ese acto de nombrar es validación como captura.
Lo Lingüístico es Político
ANTIJURAS: Y esto nos puede llevar al cuarto ensayo, sobre lo "Lo Lingüístico es Político". Nos lleva a esta historia donde a ciertos pueblos se les ha impedido hablar su lengua, nombrar su mundo. Se les ha obligado a ser integrados a otro sistema lingüístico con un borramiento de toda su diversidad y de toda su profundidad cultural.
CARLOS: El texto "Lo Lingüístico es Político" también me gusta mucho. Creo que es la crítica más evidente al colonialismo lingüístico del Estado mexicano. Y que es donde se evidencia el proceso de mestizaje, el racismo.
Y me gustan sobre todo dos cosas de éste. La primera: es una propuesta que hace al final al citar el trabajo de la novelista Chimamanda Ngozi Adichie.
Dice que el colonialismo lingüístico siempre va más allá de lo lingüístico, incluso es político y tiene que ver con lo que Chimamanda Ngozi Adichie llama "el peligro de una sola historia", que indica que, al imponer sólo una lengua, estás borrando más que las lenguas, estás borrando la historia.
La segunda idea que me parece interesante tiene que ver con la poética, que es un tema que también Yásnaya ya había tocado en "La Validación Como Captura" y, lo que nos dice en "Lo Lingüístico es Político" ahora tiene que ver con la estética, y es que la imposición de una sola lengua además de la imposición de una sola historia, es la imposición de una estética y la eliminación de un sistema de sensibilidades.
ANTIJURAS: Es verdad, pues desde una posición de migrante se ve muy claramente esta imposición. Y esta visión de que tienes que hablar bien una lengua que no es la tuya. Y la tienes que hablar sin acento, pero a veces no puedes explicar o expresar lo que quieres decir en la lengua, por mucho que la puedas llegar a conocer, como podrías decirlo en tu propia lengua o en la variante dialectal que hables de tu lengua.
En mi caso es el castellano-mexicano del estado de Guerrero. Entonces, tengo palabras que quizás tengan que ver con otras herencias del pueblo purépecha, nahuatl, de estas naciones, y que son remanentes en el español local. Y quedan borradas estas expresiones del diálogo, de la conversación. Y eso que no vivo y no sufro la violencia que sufrieron las abuelas y abuelos que hablaban lenguas indígenas y que ya no pueden hacerlo. Esto nos impide a todas y todos los descendientes hablarlas también.
CARLOS: Agregaría que es algo que no está en el pasado, es decir, hablar una lengua indígena hoy todavía está mal visto en las escuelas y, en algunos lugares, incluso hablar español con acento indígena es algo comúnmente criticado en ciertos sectores. Es algo muy importante. Es un texto del 2014. Y es algo que ocurrió, ocurre y va a seguir ocurriendo.
ANTIJURAS: Muchas gracias por esta conversación, ha sido muy interesante. Que esto sirva para poder seguir nutriendo nuestra organización, nuestras luchas, o los procesos organizativos para que podamos construir una mejor colaboración entre las y los diferentes en este frente que intentamos construir ante el capitalismo.
Te agradezco mucho que hayas querido estar con nosotras-nosotros, para discutir y hablar de estos temas, y dejarme estar contigo este tiempo.
CARLOS: A ti muchas gracias. Y a Yásnaya por su obra.