Por Mike Gouldhawke
Mike Gouldhawke es un escritor Métis y Cree, cuya familia es de kistahpinanihk (Ciudad de Prince Albert) y nêwo-nâkîwin (Mont Nebo) en el territorio del Tratado 6 en Saskatchewan.
Vive en los territorios de Sḵwx̱wú7mesh, Səl̓ílwə y xʷməθkʷəy̓əm (Vancouver, Columbia Británica) y ha participado en la resistencia de pueblos originarios anticapitalistas en su ciudad.
Basado en el artículo original en inglés, cortesía de Mike Gouldhawke y Midnight Sun Magazine. Traducción e ilustraciones por taller ahuehuete en solidaridad.
Cabeza Contra Concreto
¿Abstracciones? ¿En esta ecología?
Con incendios e inundaciones arrasando con comunidades enteras, con gobiernos que designan a ciertos grupos sociales como prescindibles durante pandemias y crisis, ¿podemos permitirnos conceptos altivos en tiempos como los que vivimos?
En particular, es decir, en términos concretos, ¿qué uso podemos sacar de la teoría del valor de Marx como herramienta para entender y cambiar nuestras condiciones sociales hoy en día?
El académico y organizador marxista Métis, Howard Adams, dijo una vez que:
"como pueblo Métis, es importante que nos sentemos a reflexionar y teorizar de forma abstracta sobre nuestra posición en este sistema... y cómo vamos a conseguir salir de él."
Hoy en día, si nos sentimos generosas, podemos decir que esta recomendación se aplica a todas nuestras relaciones, no sólo a los que tenemos la fortuna de pertenecer a la comunidad Métis.
¿Qué es el valor?
Para la economista y socióloga Diane Elson, la implicación política clave de la teoría del valor de Marx es que puede ayudarnos a entender y superar la explotación capitalista.
Pero, ¿qué entendía Marx por valor en primer lugar, y cómo encaja en un análisis anticapitalista? Hacia el final de su vida, Marx tajantemente reiteraba que en su libro El Capital él no había partido de "conceptos" o del "concepto de valor", sino de:
“la forma social más simple en la que se presenta el producto del trabajo en la sociedad contemporánea... la mercancía".
En las sociedades capitalistas, casi todo se intercambia a través del dinero.
Se intercambian constantemente mercancías cualitativamente diferentes, en diversas proporciones, lo que demuestra que tienen objetivamente algo en común. Este factor social común en las mercancías es lo que Marx describió como valor.
Marx utilizó la analogía del peso para ilustrar su punto:
Dos tipos de objetos muy diferentes, el azúcar y el acero, están sujetos a la gravedad y pueden ser comparados entre sí sobre esa premisa, en términos de una cantidad abstracta: cuánto pesan.
La gravedad no es un tipo de objeto, sino una relación entre objetos (y energía) que afecta a los objetos en un grado determinado, representado mediante el peso – su magnitud.
El valor difiere de esta analogía porque es "puramente social", como dijo Marx.
El valor no es un elemento de la masa física o de cualquier otra característica material de las mercancías, sino que se deriva de un sistema de producción particular.
Los determinantes sociales del valor son el trabajo humano en forma general ("trabajo abstracto") y el tiempo que, en promedio, les toma a las trabajadoras producir un determinado bien o servicio.
La única medida cuantitativa que acabamos viendo del valor es el dinero, expresado en términos de precio. El dinero y las mercancías son formas diferentes de valor, que son intercambiables entre sí.
El precio puede separarse del valor, y de hecho lo hace, debido a las constantes irregularidades del mercado, señalaba Marx, pero, no obstante, el valor y el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción siguen siendo el centro de gravedad en torno al cual orbita el precio.
Según Marx, el capital es el movimiento circular y la transformación del valor: de la forma de dinero, a la forma de mercancía, a más dinero.
En los manuscritos comúnmente conocidos como Grundrisse (o las anotaciones inacabadas de Elementos fundamentales para la crítica de la economía política), Marx describió la circulación del capital como "una espiral, una curva en expansión, no sólo un círculo".
La competencia entre empresas privadas es una fuerza motriz del proceso. Impulsado por ésta, entre otras, el capital no sólo circula, sino que se acumula exponencialmente, lo que finalmente conduce a la catástrofe social y ecológica mundial de nuestros días.
¿Y todo para qué?
En su artículo de 1979 “Teoría valorativa del trabajo”, Diane Elson sostiene que la obra de Marx:
"nos permite analizar la explotación capitalista de una manera que rompe con la fragmentación de la experiencia de esta explotación".
La gente percibe que las cosas no van bien, nos sugiere Elson, pero en sus luchas no logran atar todos los cabos.
Y así, las luchas tienden a dividirse entre lo que se considera relaciones monetarias injustas en cuanto al coste de la vida y las condiciones de desigualdad en el campo laboral. Pero el proceso de explotación es en realidad una unidad, dice Elson.
El pensador comunista Bruno Astarian sostiene que las trabajadoras experimentan el valor principalmente en forma de capital. Las trabajadoras están limitadas por el capital no sólo en términos de estandarización y competencia en el lugar de trabajo, sino también en el trayecto de ida y vuelta al trabajo, y en la búsqueda de vivienda y artículos de primera necesidad. Estas limitaciones provienen, dice, de
"la separación de los trabajadores de los medios de producción".
Para escritores marxistas precedentes, como Raya Dunayevskaya y C.L.R. James, era importante distinguir que el análisis de Marx no era una teoría del valor-trabajo (TVT), sino una teoría valorativa del trabajo.
Esto es una forma de decir que, como señaló Dunayevskaya, a Marx no le preocupaba exclusivamente el factor superficial de la compra y venta de la fuerza de trabajo en el mercado, sino también el elemento estructural de que, bajo el capitalismo, la fuerza de trabajo adopta la forma de mercancía.
Según Marx, los actos de trabajo conservan y transfieren el valor existente al mismo tiempo que añaden un nuevo valor.
Ante todo, las trabajadoras son contratadas porque su trabajo añade más valor a las mercancías de lo que le cuesta al capitalista contratar su mano de obra.
El salario se paga por el tiempo que la trabajadora pasa en el trabajo, o por pieza, o por entrega.
Las mercancías (incluidos los servicios) que se producen, al igual que los medios de producción (incluyendo el control de las plataformas de apps), pertenecen a los capitalistas, no a las trabajadoras.
Las relaciones de propiedad del sistema capitalista facilitan la forma específica en que se lleva a cabo la explotación, y estas relaciones son reproducidas por el sistema.
A las trabajadoras se les paga por su capacidad para trabajar, no por el valor de lo que producen, o de los servicios que prestan, porque éstos no les pertenecen en última instancia.
El capitalista se embolsa el valor añadido por las trabajadoras como plusvalía y trata de pagarles lo menos posible: sólo lo necesario para que sigan acudiendo al trabajo.
Detrás de la apariencia superficial de que llegamos al mercado laboral como iguales, es decir, que las trabajadoras venden libremente su fuerza de trabajo, se esconden relaciones de propiedad desiguales.
Los productos y servicios sólo son mercancías, decía Marx, si se producen de forma privada para venderlos a otras, es decir, a través de las relaciones de propiedad privada y del mercado.
La mayoría de las trabajadoras no tienen nada que vender salvo su propia fuerza de trabajo, su capacidad de trabajar para otros.
El trabajo en sí no se mide con un reloj, sino con una cámara de vigilancia, un rastreador de movimiento y los ojos del supervisor. En el caso del dinero, lo que se mide –aunque sea de forma poco precisa a través del precio– es el valor de las mercancías (la objetivación del tiempo de trabajo promedio1) y no las características de cada acto de trabajo.
En el ámbito laboral capitalista funcionamos como trabajadoras abstractas más que como personas concretas.
El peligro actual no es tanto que seamos sustituidos por robots sino que ya hemos sido reducidos a autómatas con capacidad de sentir, libres para competir por una mísera supervivencia, y libres para ser desechadas y olvidadas cuando hayamos agotado nuestra función para el capital.
Materialismo social
En el último capítulo del tomo 1º de El Capital, en el que se abordan las relaciones de propiedad entre colonizadores, Marx escribió que
"el capital no es una cosa, sino una relación social entre personas, que opera a través de las cosas".
En la actualidad, podemos seguir desarrollando nuestro análisis de las relaciones sociales y materiales en ámbitos que Marx, en su época, sólo examinó brevemente, como el de las relaciones de propiedad entre colonizadores y el trabajo de prestación de servicios.
En El Capital, Marx analizó efectivamente, aunque de forma incompleta, la mercancía como forma social, no sólo como objeto físico.
Subrayó que el valor de las mercancías es una relación "puramente social", que no contiene "un átomo de materia". En consecuencia, entendía por mercancía a la fuerza de trabajo y a diversos servicios.
La investigadora en desarrollo industrial Fiona Tregenna señala que Marx mencionó los trabajos de servicios en el transporte, la educación y el entretenimiento como ejemplos de trabajo que produce valor. Hoy en día, los servicios emplean a muchos más trabajadores que en la época de Marx.
Como sugieren los académicos Annie McClanahan y Jon-David Settell en un artículo publicado recientemente sobre la importancia del sector laboral de los servicios y el trabajo sexual, haríamos bien en prescindir por completo de
"la metafísica productivista que atribuiría un valor moral no sólo al trabajo en general, sino al trabajo de producción de bienes en particular".
En esta línea de análisis, yendo más allá del sujeto revolucionario dominante de la época de Marx -el trabajador industrial- nuestra visión ampliada y actualizada también puede tener en cuenta las luchas sociales contra el desarrollo industrial de los pueblos indígenas.
Como sugirió Frantz Fanon en sus escritos de 1961 sobre la relación entre el racismo y el conflicto de clases territorio colonizado, nos vemos obligadas a estirar ligeramente el análisis de Marx "cada vez que tengamos que ver con el problema colonial".
Los pensadores y organizadores indígenas anteriores a mí ya habían señalado que la tierra también puede entenderse como una relación social entre todos los seres vivos y no vivos.
Aunque lo social y lo material son distintos, también están relacionados. De hecho, la propia capacidad de relación implica distinción y diversidad, ya que no se trata sólo de la relación de una cosa consigo misma o con otras cosas idénticas. A su vez, la distinción implica el carácter relativo, ya que nadie es una isla.
La capacidad de relación implica la posibilidad de cambio, de que lo social y lo material interactúen entre sí para generar algo nuevo, para bien o para mal.
El lema de los Trabajadores Industriales del Mundo "Un daño a uno es un daño a todos" puede entenderse como aplicable no sólo para los seres humanos, sino también para la tierra y todas las relaciones vivas y no vivas que sostienen la misma.
El individuo abstracto con derechos construido por el colonialismo, con derecho a deambular, comprar, vender su fuerza de trabajo y poseer propiedades (aunque sólo sea su propia fuerza de trabajo), contrasta con el grupo social concreto-particular, cuyos integrantes son explotados, excluidos, vigilados, encarcelados, detenidos en la frontera y deportados, pero a pesar de todo, siguen en resistencia.
El valor en su forma de capital (valor que se valoriza a sí mismo) es conducido a la acumulación, pero también a la aniquilación de las formas sociales no capitalistas en relación con la tierra.
La abstracción del valor (como capital) toma una forma concreta en cada proyecto de desarrollo industrial particular.
Cuando los pueblos indígenas se interponen en el camino, el Estado y su policía intervienen para asegurar que la acumulación capitalista continúe.
La coordinación y la solidaridad a través de las distintas corrientes sociales sigue siendo un arma contra estas manifestaciones concretas del capital, mientras que la teoría ayuda a integrar un análisis de los conflictos particulares dentro de una comprensión más extensa del sistema en su totalidad. La incógnita es cómo ampliar y consolidar los vínculos de comunicación y apoyo.
Teoría de la relatividad
En 1947, la escritora y organizadora marxista Grace Lee Boggs escribió que la "riqueza en maquinaria productiva" de la sociedad capitalista es igualada por "su pobreza en relaciones sociales".
"Nunca se han desarrollado con tanta eficacia los medios de producción", escribió, "pero nunca han parecido tan inadecuados para la tarea de la reconstrucción económica elemental".
Ese mismo año, Boggs y sus compañeros marxistas C.L.R. James y Raya Dunayevskaya declararon la audaz afirmación de que la revuelta del proletariado ya no era contra la política y la distribución de la plusvalía, sino "contra la propia producción de valor."
Décadas más tarde, en su obra The Next American Revolution (“La próxima revolución americana”) publicada en 2011, Boggs haría hincapié en la reconstrucción social y ecológica, escribiendo que en Estados Unidos la lucha no es por el crecimiento económico, que se ha producido a costa de las ciudadanas negras, indígenas y otras no-blancas, sino por corregir las "injusticias y el atraso de nuestras relaciones entre nosotras, con otros países y con la Tierra".
Explicó que se sentía "emparentada" con la resistencia indígena y la organización comunitaria de las zapatistas en Chiapas, México, diciendo que habían "demostrado la necesidad de un cambio de paradigma en nuestro pensamiento".
Al igual que las teóricas y las organizadoras que nos precedieron, no tenemos que comprometernos con las abstracciones sólo porque sí, ni quedarnos estrictamente atadas a la ortodoxia de la teoría de generaciones anteriores, sino desarrollar la teoría como una herramienta para utilizarla en nuestras luchas actuales contra el capitalismo y las consecuencias de los asentamientos colonizadores, a medida que se manifiestan en nuestras vidas.
¿Una vida mejor?
En El Capital, Marx estableció que la acumulación de dicho capital como algo que tiene lugar "en una escala progresivamente incremental". Las consecuencias sociales y materiales de este desarrollo exponencial sólo se han hecho evidentes en nuestra era.
Marx escribió que la expresión cuantitativa del valor mediante el tiempo de trabajo socialmente necesario se impone como una "ley reguladora de la naturaleza", como cuando la ley de la gravedad se afirma derrumbando la casa de una persona sobre ella. Ahora podemos ver que la casa no es sólo de una persona, sino de todo el planeta.
Nuestro panorama ecológico es desolador. Nuestras posibilidades de éxito parecen escasas. Ahora más que nunca, tenemos que salir de donde estamos aunque sea lo último que hagamos. No me refiero a una ubicación, como imaginan los multimillonarios que parten hacia el espacio. En su lugar es necesario derrocar el sistema que han establecido en nuestra contra.
Hoy en día, los estados más responsables del cambio climático no están dispuestos a frenar realmente el desarrollo capitalista implacable, incluso cuando las comunidades dentro de sus territorios ya han sido devastadas por éste. No sólo eso, sino que siguen facilitando activamente la lógica expansionista del capital, casi como si ésta hubiera entrado en la lógica del propio Estado.
El valor es una pieza crucial del rompecabezas que hay que resolver. Es importante por sí mismo, pero también por el lugar que ocupa en la estructura general del capitalismo y del colonialismo. Tenemos que averiguar cómo pasar esa estructura por la trituradora de la historia. O en su lugar, cómo lanzar el sistema al sol. Vale la pena intentarlo, sea cual sea el resultado.
Vivir mejor, no tanto a través de la química sino a través del comunismo y la anarquía, y de ninguna manera, bajo ninguna circunstancia, sin la liberación negra y la soberanía indígena.
El promedio social de gasto de fuerza de trabajo requerido para producir ese valor bajo las condiciones técnicas de determinada época.
¡fantástico! maravillosamente hecho y las imágenes son tan hermosas! 🥰👏👏