«Zapata y la Revolución Rusa»
1914 | Carta sobre la Revolución Rusa a Jenaro Amezcua, Emiliano Zapata.
Tlaltizapán, Morelos.
Cuartel general del Ejército Libertador.
Febrero 14, 1914.
Mucho ganaríamos, mucho ganaría la humanidad y la justicia si o todos los pueblos de América y todas las naciones de la vieja Europa comprendiesen que la causa del México Revolucionario y la causa de Rusia son y representan la causa de la humanidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos.
Aquí como allá, hay grandes señores, inhumanos, codiciosos y crueles que de padres a hijos han venido explotando hasta la tortura a grandes masas de campesinos, y aquí como allá los hombres esclavizados, los hombres de conciencia dormida, empiezan a despertar, a sacudirse, a agitarse, a castigar.
Mr. Wilson, presidente de Estados Unidos, ha tenido razón al rendir homenaje, en ocasión reciente, a la revolución Rusa, calificándola de noble esfuerzo por la consecución de libertades, y sólo sería de desear que a este propósito recordase y tuviese muy en cuenta la visible analogía, el marcado paralelismo, la absoluta paridad, mejor dicho, que existe entre este movimiento y la revolución agraria de México. Uno y otro van dirigidos contra lo que León Tolstoi - llamara el gran crimen -, contra la infame usurpación de la tierra, que siendo propiedad de todos, como el agua y como el aire, ha sido monopolizada por unos cuantos poderosos, apoyados por la fuerza de los ejércitos y por la iniquidad de las leyes.
No es de extrañar, por lo mismo, que el proletariado mundial aplauda y admire la Revolución Rusa, del mismo modo que otorgará toda su adhesión, su simpatía y su apoyo a esta Revolución Mexicana, al darse cabal cuenta de sus fines.
Por eso es tan interesante la labor de difusión y de propaganda por ustedes en pro de la verdad; por eso deberán acudir a todos los centros y agrupaciones obreras del mundo, para hacerles sentir la imperiosa necesidad de acometer a la vez y de realizar juntamente las dos empresas: educar al obrero para la lucha y formar la conciencia del campesino. Es preciso no olvidar que en virtud y por efecto de la solidaridad del proletariado, la emancipación del obrero no puede realizarse si no se realiza a la vez la libertad del campesino.
De no ser así, la burguesía podría poner estas dos fuerzas la una contra la otra, y aprovecharse de la ignorancia de los campesinos para combatir y refrenar los justos impulsos de los trabajadores del mismo modo que si el caso se ofrece, podrá utilizar a los obreros poco conscientes y lanzarlos contra sus hermanos del campo.
Así lo hicieron en México, Francisco I. Madero en un principio y Venustiano Carranza últimamente; si bien aquí los obreros han salido ya de su error y comprenden ahora perfectamente que fueron víctimas de la perfidia carrancista.
Todo lo que ustedes hagan para obtener la colaboración de los centros obreros de Europa y América, será poco, si se considera la trascendencia de la labor y la magnitud del resultado.
Debe usted, excitar a esas agrupaciones a que propaguen en sus diferentes países los ideales del agrarismo, el programa de la revolución mexicana y los grandes triunfos alcanzados en el terreno de las realidades por nuestros modestos luchadores indígenas, incansables y firmes después de ocho años de lucha.
A esto y a la labor de prensa deben tender por ahora preferentemente los esfuerzos de usted, sin que sea posible en la actualidad entrar en pláticas serias con la mayor parte de los gobiernos extranjeros en virtud de estar reconocido por ellos oficialmente, el gobierno de Carranza. Por esta razón no creo necesario por ahora, la credencial a que usted se refiere, autorizándolo para tratar con los gobiernos de otros países.
La Revolución netamente popular y agraria ha ganado considerable terreno, y hoy domina no sólo Morelos, Guerrero, Tlaxcala, México y Puebla, sino también en Hidalgo, Guanajuato, Michoacán, Jalisco, San Luis Potosí, Zacatecas, Durango y Coahuila, y en la parte sur de la República, además de haberse extendido a Veracruz y Oaxaca, ha penetrado hasta el fondo de los Estados de Tabasco y Chiapas, quizá los más oprimidos del país.
Emiliano Zapata